sábado, 8 de septiembre de 2012

CONCHITA GIRO DE SAN PEDRO: GRACIAS, CACHITA, MADRE DE TODOS LOS CUBANOS



GRACIAS CACHITA, MADRE DE TODOS LOS CUBANOS 

                          Por:  Conchita Giro de San Pedro
 

              En 1612 aparece en la Bahía de Nipe, al norte la que luego fue conocida como provincia de Oriente, una imagen de la Virgen María sobre una tabla con la siguiente leyenda ¨Yo Soy la Virgen de la Caridad.¨ Este hecho ocurrió exactamente un siglo después del establecimiento del primer asentamiento español en Cuba allá por el año 1512 en Baracoa.

              Al aparecer la imagen de la Virgen en aguas cubanas ya se estaba forjando en Cuba el concepto de la nación cubana.  Según el historiador Pedro de Moya en su obra Santiago de Cuba Historia y Folklore, la primera manifestación que se conoce de nacionalidad cubana ocurrió en el año 1547 cuando Miguel Velázquez, presbítero de la catedral de Santiago de Cuba, le escribió al Obispo Sarmiento condenando el sistema colonial imperante en la isla.

              La Virgen de la Caridad, Cachita, como cariñosamente es llamada por los cubanos dentro y fuera de la isla, ha estado presente en el corazón de los cubanos a través de toda su historia, comenzando algo más de medio siglo después de esa primera manifestación de nacionalismo arriba mencionada.  Estuvo presente durante la época de la esclavitud y a través de todas las gestas libertarias que comenzaron allá por el año 1823 con la conspiración de los Soles y Rayos de Bolívar, considerada como el primer intento de liberación de los criollos del dominio español y culminando con la Guerra de Independencia que concluyó en 1898.   Desde 1902 hasta 1958, época conocida como la república, en  Cuba había total libertad de cultos y al Cobre, allá donde nuestra Cachita eligió que le levantaran su altar-- según el testimonio de la niña Apolonia-- acudían los cubanos de toda la isla a venerarla.  El Santuario del Cobre se convirtió en sitio de peregrinación y de oración donde los cubanos, no importa su condición social, raza y hasta religión, acudían a implorarle un favor o a agradecerle la gracia concedida.

              Es de interés notar que fueron los patriotas de nuestras gestas libertarias, nuestros valientes mambises, los que por la devoción que sentían por la Virgen de la Caridad, le pidieron a SS el Papa Benedicto XV que la declarara Patrona de Cuba, hecho que sucedió en 1916, quedando su festividad fijada para el 8 de septiembre.

              El 1 de enero de 1959 Cuba dejó de ser una república pluripartidista donde prevalecía la libertad de cultos.  Sin embargo, este hecho no pudo arrancar del corazón de los cubanos la devoción a La Virgen de la Caridad.  Durante varias décadas a partir de esa fecha, aunque los cubanos no pudieran acudir a las iglesias debido a la persecución y miedo imperantes, ellos veneraban a Cachita en sus hogares y en sus corazones.  Los que tuvimos que partir a la diáspora, la continuamos venerando pues la consideramos como el lazo más fuerte que nos une a la patria que nos vio nacer.  Es como si al partir hubiésemos dejado allá a nuestra madre y ni el tiempo ni la distancia hacen que nos olvidemos de ella.

              La Santísima Virgen de la Caridad ha sido y es el refugio continuo y constante de los todos los cubanos durante cuatro siglos y es por ello que hoy, al conmemorarse los cuatrocientos años de su aparición en aguas cubanas deseo darle las gracias.  Gracias, Cachita, porque nunca nos has abandonado y no importa cuan duras hayan sido las pruebas por las que hemos tenido que pasar a través de nuestra historia, siempre has estado junto a nosotros para darnos consuelo con tu presencia espiritual en nuestras vidas.  Estoy segura que estarás regocijante junto a tu pueblo también cuando resurja en Cuba ese amanecer por el que tanto te rogamos intercedas ante tu amado Hijo y que termine esa noche oscura que dura ya más de medio siglo. 

Miami, Florida, 8 de septiembre, 2012


domingo, 1 de julio de 2012

Testimonio de Amor: La Iglesia Católica en Cuba



Y nosotros hemos conocido y creído el amor de Dios. Dios es amor. Y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. - 1ra de Juan 4:16 







Nuestro amigo David J. Cabarrocas tuvo la delicadeza, que agradecemos mucho, de hacernos llegar un documental sobre la labor de la iglesia católica cubana producido por él y por el Sr. José M.Gastón.


El documental refleja con gran objetividad y belleza, una realidad sobre la que mucho se especula hoy día, pero que pocos conocen realmente.


El trabajo de Cabarrocas y Gastón tiene un valor inapreciable por cuanto contribuye a justipreciar el valor del amor y de cómo la iglesia cubana lo prodiga en Cuba.


Y sin más preámbulos, los invitamos a disfrutar de "Testimonio de Amor: La Iglesia Católica en Cuba":


miércoles, 16 de mayo de 2012

EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO

Humberto J. San Pedro 

Desde que se anunció oficialmente que S.S. Benedicto XVI visitaría a México y a Cuba, todos los medios de comunicación masiva --televisión, radio y prensa plana-- de Miami comenzaron a difundir los criterios de conductores de programas de televisión, programas de radio y periodistas sobre la visita del Santo Padre a Cuba. 

Los profesionales de la prensa dedicaron muchas horas de programación y un significativo espacio en los periódicos a decirle al Papa lo que debía de hacer y decir en Cuba. Una condición sine qua non lo era reunirse con las Damas de Blanco. Otra, pronunciarse contra la violación de los derechos humanos en la isla en las dos homilías que haría: una en Santiago de Cuba y otra en la Habana, . Una tercera, no recibir al ex presidente Fidel Castro, pues ya era bastante con que se reuniera con el presidente Raúl Castro.

S.S. Benedicto XVI no hizo nada de lo que la prensa de Miami le pidió, en tanto hizo un par de cosas que la prensa de Miami le dijo que no debería hacer. 

Su Santidad es la cabeza del Estado Vaticano y de la Iglesia Católica Apostólica y Romana y responde por entero --en contra de lo que la prensa parece pensar-- a los mejores intereses del Vaticano y de la Iglesia.

Los comentarios acerca de la actuación del Santo Padre en Cuba fueron irrespetuosos en grado sumo. Y --cosa curiosa-- emanaban de personas que se auto definen como católicos practicantes. 

La alta jerarquía de la iglesia católica cubana fue igualmente objeto de severas y --sobretodo muy irrespetuosas-- críticas.

La figura del Arzobispo de la Habana, Monseñor Jaime Ortega y Alamino fue y sigue siendo el blanco favorito de nuestros preocupados periodistas locales.

El clímax se produjo a punto de partida del dialogo que sostuvo el Cardenal Ortega con Monseñor Sean O´Malley, cardenal de la ciudad de Boston, moderado por el académico Jorge Domínguez, que tuvo lugar en la prestigiosa Universidad de Harvard.

En un solo día, comenzando a las 7:00 AM en el programa "Ahora con Oscar Haza" en la WQBA y terminando a las 4:00 de la tarde en el programa "Prohibido Callarse" conducido por Roberto Rodríguez Tejera en la propia emisora WQBA, se escucharon los más devastadores criterios acerca de lo dicho por el Cardenal Ortega y por ende del propio Cardenal. Fue un derroche de calificativos apocalípticos, altisonantes e irrespetuosos de una magnitud tal que me resulta difícil encontrar el calificativo adecuado para describirla, por lo que me limitaré a decir que fueron muy lamentables. 

En los días posteriores, el tono de los insultos --no es posible llamarles de otra manera-- fue subiendo. Parecería que se trataba de una competencia para decir la inconveniencia mayor.

Y esa competencia alcanzó su más desmesurada expresión con la publicación  en la página web de Radio Martí de un editorial escrito por su director.

¿Qué busca nuestra prensa local con semejante maratón de desatinos? 
No queremos contestar esa pregunta pues no nos gusta especular. 

En cambio si podemos afirmar con entera responsabilidad lo que han logrado: 
  • Dañar la imagen de la Iglesia en general y de la Iglesia Católica Cubana en particular,
  • al tiempo que han dañado la suya a los ojos de todos los hombres de buena voluntad.


Y como sabido es que "Teológicamente el término "iglesia" designa al pueblo creyente que Dios llama y reúne de todas partes para formar la "asamblea" de todos aquellos, que por la fe y el Bautismo, han sido hechos "hijos de Dios", "miembros de Cristo" y "templo del Espíritu Santo", han dañado la imagen del pueblo cubano.
A estas alturas, no tendría yo que decir --por es obvio-- que NUESTRA OPINIÓN y este humilde servidor se solidarizan con el excelente artículo de Orlando Márquez, recién publicado en la revista Palabra Nueva como respuesta al editorial del director de la Oficina de Transmisiones, publicado en la página web de Radio Martí.





Opinión
por Orlando Márquez 


Desde hace meses, años sería mejor decir, los ataques sistemáticos contra la Iglesia en Cuba se enfocan usualmente sobre el arzobispo de La Habana. No me refiero a desacuerdos sobre posturas determinadas ante cuestiones sociales que afectan a más de uno y, por el mismo hecho, generan las más variadas interpretaciones. Hablo de aquello que refleja el placer por el insulto, la ofensa como arma que intenta desprestigiar, la complacencia en la irracionalidad descalificadora y, tal vez lo peor, la actitud despersonalizada de quienes repiten de modo inconsulto las afirmaciones irresponsables y bien calculadas de otros, sabedores estos últimos del exitoso ataque que surge de una elaborada manipulación mediática de los sentimientos humanos.

No faltan tampoco –no podrían faltar en modo alguno– los “análisis de los expertos”, aquellos que desde el riesgo y la especulación se hicieron de un nombre, hueco ya de contenido y sustentado solo en la forma, para afirmar sin sonrojo que lo conocen todo y, por tanto, pueden cuestionar todo y continuar sus predicciones, aunque la realidad los desmienta una y otra vez.

Pero creo es oportuno hacer desde aquí un comentario sobre estos ataques más recientes, que parten de un comentario del cardenal Jaime Ortega hecho en Boston el pasado mes de abril sobre las personas que ocuparon el Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del 13 al 15 de marzo pasados. Tengo la convicción de que el blanco de tanta furia y saña –aunque lo ignoren muchos de quienes han participado solo como repetidores de un discurso descalificador para poder ocupar así algún rincón del escenario– está más allá de la visible figura de uno o varios obispos cubanos. Cuba vive un momento clave de su historia, y distintas fuerzas –dentro y fuera de la Isla– han comenzado a desplegar sus arsenales.

La “joya” de estos insultos a nuestro arzobispo fue un “editorial” de la emisora Radio Martí, de la Oficina de Transmisiones a Cuba del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Aquellas líneas, firmadas por el director de la emisora y retiradas del sitio digital oficial poco después de su difusión, eran la muestra de la negación más soez del periodismo, prolongación de otras diatribas, escritos y declaraciones que se habían sucedido por semanas en medios con cierto influjo –principalmente– en comunidades de cubanos residentes fuera de Cuba, ataques y escritos comparables únicamente con la violencia y vulgaridad anti periodísticas que vimos en los medios nacionales cubanos entre septiembre y octubre del año 1993, después de la publicación de la carta pastoral “El Amor todo lo espera”.

Curiosa coincidencia. Pero con el “editorial”, la emisora coronaba su ciclo, pues fue precisamente una periodista de esa emisora quien sesgó la respuesta del cardenal Ortega a un joven, durante un conversatorio que tuvo lugar en el Centro David Rockefeller para Estudios Latinoamericanos de Cambridge, Harvard, el pasado 24 de abril, lo que dio origen a los ataques y críticas.

Pero ¿qué dijo el cardenal y qué no dijeron los medios de comunicación sobre el comentario del cardenal? El joven, después de agradecer al cardenal por haber dedicado “toda su vida casi, a favor del pueblo cubano, de la Iglesia cubana”, preguntó si la Iglesia seguía siendo voz de los oprimidos y menos afortunados dentro de Cuba, y se refirió a los “trece disidentes que fueron sacados a la fuerza de una iglesia cubana”. 

Parte de la respuesta del cardenal es esta: Sí, la iglesia era de La Habana y no fueron sacados a la fuerza. Ellos eran un grupo –me apena mucho pero…–, todos eran antiguos delincuentes, personas… Había un ex preso cubano que había sido devuelto a Cuba, había estado seis años aquí en la cárcel preso y fue de las personas, dijéramos, excluibles, que fueron mandados a Cuba. 

Había toda una gente allí, sin nivel cultural, algunos con trastornos sicológicos. Hay unos grupos que dañan mucho a cualquier tipo de oposición o disidencia, que se han ido creando hasta un número indeterminado y esos grupos buscan muchas veces poder abandonar el país, tener una condición de refugiados, etc. Esto fue organizado por un grupo desde Miami y al mismo tiempo fueron a varias iglesias… (El destaque en negritas es mío).

Es bueno entender el contexto. Fue un conversatorio con un grupo de estudiantes y profesores, no una rueda de prensa, aunque una periodista –sin identificarse ni hacer preguntas durante la sesión– extrae y divulga dos oraciones útiles para desatar la furia de algunos; fue además una aclaración – ¿innecesaria? – para quienes hablan de “sacados a la fuerza”; una distinción – ¿también innecesaria? – entre los diferentes componentes de la disidencia u oposición en Cuba. “Organizado en Miami” se refiere a que el jefe de este grupo reside en esa ciudad. Lo de “fueron a varias iglesias”, indica la estrategia que se siguió, de ocupar simultáneamente varios templos católicos, si bien en aquellos (en Pinar del Río, Las Tunas y Holguín) se actuó a tiempo y con decisión para impedirlo, lo que no ocurrió en La Habana, y ya conocemos el resultado.

En meses anteriores hubo intentos similares en otras iglesias del país, incluso en el mismo arzobispado de La Habana, pero fueron abortados a tiempo. La gente sabe que la Iglesia ofrece a todos una oportunidad de ser escuchados. Decenas de cartas de presos –por causas comunes o políticas– de todo el país son remitidas cada semana al cardenal Ortega pidiendo su intercesión ante las autoridades para lograr un alivio a su situación. 

Fue en la arquidiócesis de La Habana que gobierna el cardenal Ortega, en la iglesia de Santa Rita, donde se inició la acción pública de las Damas de Blanco. La Iglesia inició un diálogo de interés social con las autoridades del país –solicitado desde décadas atrás– que contribuyó a la excarcelación de más de 120 presos entre julio de 2010 y marzo de 2011, y que debería continuar y dar más frutos para todos, también en otros órdenes. Desde la Iglesia, y desde hace años, se ha pedido que todos los interesados en los destinos del país, piensen como piensen, tengan un espacio de participación en el presente y futuro de la nación, el que les corresponde como ciudadanos… Pero a pesar de esto, pareciera que los “indignados” cubanos consideran que el mejor lugar para impulsar un movimiento de ocupación son precisamente los templos de la Iglesia católica. ¿Por qué aceptarlo? Cada ciudadano debe tener un espacio para ejercer sus derechos, espacio que falta en Cuba, pero no debe olvidar el deber de respetar el derecho de otros.

Quienes deseen dar lecciones morales y cristianas tienen derecho a saber más: Cuando algunos de los repudiados de hoy eran “repudiadores” ayer, ya la Iglesia se oponía a tales actos bárbaros, incivilizados e inhumanos. Cuando varios de los que ensanchan hoy los insultos contra el cardenal Ortega eran simples escolares que ensanchaban las venas del cuello para repetir el lema pioneril cada mañana, ya el arzobispo de La Habana defendía a puertas cerradas y abiertas el derecho de los padres a la educación de los hijos, anterior a la potestad del Estado. Cuando la Iglesia era mucho más débil y a las misas acudíamos solo una o dos decenas de fieles, el recién estrenado arzobispo Ortega se negó a enviar fuera del país a los curas “incómodos” y a entregar templos que el gobierno “necesitaba”.

Cuando algunas de las más irrespetuosas mentes que insultan desde el exterior eran solo ignorantes jóvenes de la realidad cubana en universidades de elección, ya el arzobispo Ortega alzaba en Cuba la voz contra el hundimiento del remolcador 13 de Marzo frente a las costas de La Habana, en julio de 1994, donde murieron decenas de personas y demandaba un esclarecimiento de los hechos. 

Quienes conforman hoy nuevos y “aguerridos colectivos” de católicos y atacan y esparcen rumores contra el pastor de los habaneros, deberían saber, o recordar, que fue el cardenal Ortega quien rechazó rápida y públicamente la acusación que lanzara el entonces presidente Fidel Castro contra el ya fallecido arzobispo de Santiago de Cuba, monseñor Pedro Meurice, en noviembre 1999 –tuve el privilegio de ver la nota posterior que enviara monseñor Meurice desde Madrid y que decía más o menos: Jaime, gracias. Pocas veces he sentido la Iglesia tan cerca. Tu hermano, Pedro. Y pudiera añadirse más…

Pero quienes lanzan ataques probablemente no oirán ni verán, por una simple razón: el cardenal arzobispo de La Habana es la figura más visible del diálogo Iglesia-Gobierno. Quienes repudian el diálogo continuarán abriendo fuego, porque esa es la misión: bombardear todo intento de  entendimiento que incluya verdaderamente a todos. La postura del cardenal Ortega, y la de la Iglesia, es la misma de Benedicto XVI: procurar la transformación de la sociedad hacia más inclusión, más oportunidades ciudadanas, menos restricciones y más libertades, la búsqueda de nuevos modelos sociales con paciencia y sin traumatismos, sin que nadie quede excluido. ¿Por qué? La respuesta no es tan complicada: la alternativa al diálogo y a la transformación gradual, es sencillamente la confrontación y la transformación radical, una experiencia similar a la de 1959, de la cual arrastramos aún las consecuencias, solo que ahora sería de signo distinto.

La Iglesia no puede hoy denunciar un diálogo que buscó y procuró durante mucho tiempo, cuyo propósito siempre fue el bien social, antes que la recuperación de bienes expropiados o privilegios pastorales. Aún sin saber hasta dónde puede avanzar ese diálogo, debe continuar el empeño, procurando siempre su crecimiento cualitativo y buscando altos propósitos que beneficien a todos, sin ánimos de reemplazar a nadie. La Iglesia tampoco puede denunciar una reforma por mucho tiempo igualmente solicitada y esperada, y debe más bien estimularla y animar su continuidad y extensión. Y todo ello sin perder su independencia e identidad propias, sin callar su Verdad, procurando escuchar a todos y dialogar con todos, consolando y ayudando del mejor modo posible a quienes la necesiten. Porque esa es su misión, eso es estar en el mundo sin ser del mundo, aunque no cesen los ataques, los insultos y las amenazas de los mismos que pueden beneficiarse de sus esfuerzos, y aunque callen los que pudieran hablar.

La Iglesia no se mueve al son de los ratings, ni según los devaneos de los patrones de popularidad. No lo hizo antes en Cuba, no debe hacerlo ahora, no deberá hacerlo mañana. 

Se trata del “no conformismo cristiano” ante un mundo que ensalza las apariencias e ignora la verdad, del que hablara el Papa Benedicto XVI a los seminaristas de Roma en días pasados: “No queremos siempre ‘ser conformados’, alabados; no queremos la apariencia sino la verdad, y esto nos da la libertad, la verdadera libertad cristiana: el librarse de esta necesidad de agradar, de hablar como la masa cree que debería ser, y tener la libertad de la verdad, y así recrear el mundo de una manera que no se vea oprimido por la opinión, por la apariencia que ya no deja aflorar la realidad misma…” 

Ante la aplastante opinión de la mayoría de los habitantes de Jerusalén que le despreciaron y condenaron a muerte, si Jesús hubiera actuado como ellos querían, el mundo hubiera sido muy distinto.






Revista católica cubana critica "ataques" del exilio contra cardenal Ortega



EFE

La revista católica cubana “Palabra Nueva” criticó hoy los recientes “ataques” que ha recibido el cardenal Jaime Ortega, principalmente desde grupos del exilio, en un artículo donde defiende la continuidad del diálogo entre la Iglesia y el Gobierno de Raúl Castro.“Cuba vive un momento clave de su historia, y distintas fuerzas -dentro y fuera de la isla- han comenzado a desplegar sus arsenales”, escribe Orlando Márquez, director de “Palabra Nueva” en un texto que divulga este miércoles la página web de esta revista.


El artículo se queja de las críticas contra Ortega, máxima autoridad católica de la isla, a raíz de sus comentarios sobre el desalojo de un grupo de personas que se encerraron en una iglesia habanera como acto de protesta días antes de la visita a Cuba de Benedicto XVI.


El cardenal habló sobre el tema en un acto en Harvard el 24 de abril y explicó que se trataba de antiguos delincuentes, sin nivel cultural y algunos con trastornos psicológicos al tiempo que advirtió de que “hay grupos que dañan mucho a cualquier tipo de oposición o disidencia” y que “buscan muchas veces poder abandonar el país” u obtener una condición de refugiados.


Márquez arremete especialmente contra el editorial que Radio Martí (radicada en Miami) dedicó a estas palabras y que constituye “la negación más soez del periodismo”, según el también portavoz del Arzobispado de La Habana.


“Quienes lanzan ataques probablemente no oirán ni verán, por una simple razón: el cardenal arzobispo de La Habana es la figura más visible del diálogo Iglesia-Gobierno. Quienes repudian el diálogo continuarán abriendo fuego, porque esa es la misión: bombardear todo intento de entendimiento que incluya verdaderamente a todos”, destaca “Palabra Nueva”.


Márquez defiende la labor de Ortega y de la Iglesia en Cuba, cuya postura es procurar “la transformación de la sociedad hacia más inclusión, más oportunidades ciudadanas, menos restricciones y más libertades, la búsqueda de nuevos modelos sociales con paciencia y sin traumatismos, sin que nadie quede excluido”.


También sostiene que el diálogo con el Gobierno que se abrió en 2010 siempre ha tenido como fin “el bien social, antes que la recuperación de bienes expropiados o privilegios pastorales”.


“Aún sin saber hasta dónde puede avanzar ese diálogo, debe continuar el empeño, procurando siempre su crecimiento cualitativo y buscando altos propósitos que beneficien a todos, sin ánimos de reemplazar a nadie”, señala el texto.


La jerarquía católica cubana y el mandatario cubano Raúl Castro abrieron en mayo de 2010 un inédito diálogo que fructificó en un proceso de excarcelación de presos políticos.


La Iglesia Católica ha adquirido desde entonces un renovado rol en la isla como mediadora ante las autoridades cubanas y ha abierto espacios de intercambio y diálogo sobre temas como la diáspora y la reconciliación entre cubanos de fuera y dentro del país, entre otras cuestiones.




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Cuba: diálogo gobierno-Iglesia católica aplaudido y criticado


Carlos Batista
Corresponsal de AFP en la Habana

El inédito diálogo entre los obispos cubanos y el mandatario Raúl Castro cumple dos años y en ese tiempo ha permitido la liberación de 130 presos políticos y que la religión gane espacio en la sociedad, pero sin apertura en lo político, estimaron analistas.


El 19 de mayo de 2010, el presidente Raúl Castro dejó de lado una tradición de medio siglo de su hermano Fidel de no abordar fuera del gobernante Partido comunista (único) asuntos políticos, y se sentó a conversar con el cardenal Jaime Ortega y el presidente de la Conferencia episcopal, Dionisio García.


Este “diálogo entre cubanos” --instalado simbólicamente en el aniversario de la muerte del héroe nacional José Martí-- es calificado como “positivo” por analistas cubanos, pues además de abrir las rejas a los 130 presos políticos (quedan otros 50 en prisión, según la oposición) y a 3,000 reclusos comunes, facilitó debates sobre el futuro de la isla y dio espacio social a la Iglesia.


“El diálogo ha arrojado resultados positivos para ambos sectores y la sociedad cubana en general. El gobierno ha ganado en establecer un intercambio significativo de criterios con la organización de la sociedad civil que combina significativa autonomía y amplia representación”, dijo el analista cubano Arturo López Levy, de la Universidad de Denver.


“Ambos actores, haciendo gala de realismo político y pragmatismo, lograron transferir algunas áreas en conflicto hacia áreas de cooperación. Escenario impensable tan sólo una década atrás”, destacó por su parte Lenier González, uno de los editores de la revista católica Espacio Laical.


El diálogo recibió la bendición del papa Benedicto XVI, quien en su visita a la isla en marzo declaró que “es preciso seguir adelante y deseo animar a las instancias gubernamentales de la nación a reforzar lo ya alcanzado y avanzar por este camino”.


Durante más de tres décadas, la Iglesia católica y el gobierno de Fidel Castro pasaron de una fuerte confrontación a fría cohabitación. Sólo después de la histórica visita del papa Juan Pablo II en 1998, comenzó un acercamiento que se profundizó luego de que Raúl Castro sustituyera en el mando a su hermano enfermo en 2006 y emprendiera además reformas económicas.


“El gobierno ha conseguido encontrar un interlocutor que no representa un peligro para sus proyectos reformistas” y la Iglesia “ha logrado relegar” aspectos doctrinales que “no están en sincronía” con la sociedad cubana actual, como su rechazo al aborto y los derechos de los homosexuales, dijo el académico Carlos Alzugaray, de la Universidad de La Habana.


La oposición interna y los grupos anticastristas en el exterior se alinearon con la Iglesia en los años de confrontación, pero ahora se dividen entre los que aceptan discretamente el diálogo y los que lo critican abiertamente.


“La Iglesia ha logrado algunos pasos positivos, son pequeños, pero realmente significativos”, dijo el ex preso político Oscar Espinosa y lamentó que “algunas” personas “no hayan entendido eso”.


“Ha habido cambios, pero de muy poco calado, completamente insuficiente, el país necesita reformas, no cambios cosméticos”, dijo el veterano opositor Elizardo Sánchez, que dirige la ilegal pero tolerada Comisión Cubana de Derechos Humanos.


El Arzobispado de La Habana calificó este miércoles los ataques de la Radio Martí de Estados Unidos al cardenal Ortega como “la negación más soez del periodismo” y dijo que mantendrá el diálogo con Raúl Castro pese a “estos insultos”.


Radio Martí acusó a Ortega en un editorial de “contubernio político con el gobierno” y de actitud “lacaya”, mientras que la anticastrista Fundación Nacional Cubano Americana, con sede en Miami, dijo que la actitud del cardenal es “penosa y en instancias, vergonzante”.


En el diálogo, hay varias coincidencias pero la gran divergencia es sobre el futuro político de la isla, donde las autoridades han negado toda posibilidad de reforma.


La petición papal de declarar feriado el Viernes Santo fue atendida de inmediato por Raúl Castro, aunque otra más de fondo --restablecer la educación católica en la isla, suprimida hace medio siglo-- sigue sin respuesta.


El reto pendiente es “redefinir los márgenes actuales de inclusión/exclusión en la participación política” de los cubanos, “o lo que es lo mismo, redefinir lo que hemos entendido tradicionalmente por revolución y contrarrevolución”, dijo González.


En tanto, López Levy apuntó que a mediano plazo otro reto es “la transición intergeneracional, tanto en el Estado como en la Iglesia”, pues el cardenal Ortega y Raúl Castro “fueron formados en la misma época y la misma religión”, caso que “no se repite en la mayoría de sus potenciales sucesores”.






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miércoles, 11 de abril de 2012

OPINIONES: What Pope Benedict Got Wrong in Cuba


As a Catholic, I need to deal with Pope Benedict differently than non-Catholics. If he says he is convinced that freedom and genuine respect for human rights will naturally stem from the spiritual benefits that the Church has to offer this suffering world, I need to believe that he is sincere, even as he befriends Caesar and publicly ignores those oppressed by him. But I don’t have to agree with his strategy.



jueves, 5 de abril de 2012

El Papa y el sabelotodo


La ignorancia es audaz. Abundan en Miami fanáticos del béisbol que jamás jugaron, pero que se creen mejor preparados para pilotear a los Marlins que Fredy, Edwin, Ozzie o el manager que sea.


Hay munícipes miamenses que no han sido ni conserjes en una oficina pública, pero que sabrían gobernar el país mejor que Bush, Obama o el que venga detrás.


No faltan individuos que ni tienen presupuesto familiar ni logran balancear su cuenta bancaria, pero que manejarían la economía del país mejor que el Presidente del Banco Federal.


Pululan aquí sujetos sin idea de Teología, Derecho Canónico, Historia de la Iglesia, Sagrada Escritura, y Derecho Diplomático, pero que pastorearían la Iglesia mejor que Pío XII, Juan Pablo II, Benedicto XVI o el que sea. 


Últimamente proliferaron sumos pontífices por todo Miami, dictándole “infaliblemente” al Papa lo que debía hacer y decir en Cuba.


Ya pasó el viaje, y el Visitante no contentó a todos; tampoco Jesucristo. Quedaron contentos quienes captaron las implicaciones socio-político-económicas de su mensaje sobre “la verdad que hace libres”, la necesidad de cambios, así como sus oraciones por los presos y su mención al marxismo como inoperante. Descontentos quienes esperaban que los augustos labios del Pontífice profiriesen proclamas 
estridentes e incendiarias contra los gobernantes “de facto”.
Ahora que el viaje es historia, esperemos que los Papas del patio cuelguen el hábito por un tiempito.



Eduardo M. Barrios, S.J.













































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Eduardo M. Barrios, S.J.
Miami

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miércoles, 4 de abril de 2012

¿PATENTE DE CORSO?


Conchita Giro



MIAMI, 4 de abril 2012


Si interpretamos el término ¨patente de corso¨ con licencia poética, podríamos aplicarlo a la actitud que ha asumido el gobierno cubano contra la disidencia durante y después de la visita de SS Benedicto XVI a Cuba.

Al parecer el régimen de los Castro percibe que ha recibido una patente de corso de parte de la Iglesia Católica para reprimir aún más a la disidencia interna en Cuba.  Si leemos las noticias aparecidas en los diferentes medios de prensa, además de los videos transmitidos por televisión, es evidente que ese es el mensaje que transmite el gobierno.

Si la Iglesia asume una actitud defensora de la disidencia y se enfrenta al gobierno, puede perfectamente sufrir la misma persecución y abuso que sufrió a principios de los años 60.   La situación es sumamente compleja.

La labor que hace la Iglesia Católica en Cuba, a nivel de pueblo, es una labor maravillosa.  No solamente ayuda espiritualmente a todo el que lo necesite, sino también provee alimentos y medicinas en la medida de lo posible a los necesitados.  Además, en algunas ciudades han podido abrir centros de entrenamiento técnico para ayudar a la superación de los ciudadanos, sin importarle su credo o procedencia.  Debemos seguir ayudándolos.

Mientras más fuerza pueda ganar la Iglesia Católica dentro de Cuba, a más personas podrá ayudar.  De ningún modo debe perder el poquísimo espacio que ha ganado a través de casi cincuenta años, sino que poco a poco debe ir ganando más.  

Hay que comprender que el régimen seguirá reprimiendo a todo aquel que se le oponga porque los gobernantes tienen miedo.  Si, miedo a un levantamiento popular causado por el descontento y la necesidad de la población.  Ahora están aprovechándose de esa ¨patente de corso¨ que creen haber recibido de la iglesia.  El tiempo dirá si esa situación se vira en su contra, cuando el pueblo se canse de sus atropellos y desmanes.  Quizás la situación de la represión interna tendrá que llegar a niveles insospechados para que el pueblo reaccione y diga ¨Basta Ya.¨  Cuando llegue ese momento, ni la patente de corso que creen tener les servirá para nada.


Penurias de la iglesia en el interior de Cuba

Publicado el miércoles 04 de abril del 2012
Kevin G. Hall



 
Feligreses de la parroquia Cristo Rey frente al edificio de madera de
la iglesia, en un distrito pobre de la ciudad de Santiago de Cuba,
el pasado 24 de marzo de 2012.

Después de dos visitas papales, el apoyo a los sufridos cubanos es cada vez mayor por parte de la Iglesia Católica Romana, mientras que el apoyo del Partido Comunista que gobierna a esta nación insular puede ser descrito como un tanto reticente en el mejor de los casos.

Los sacerdotes del interior de Cuba, lejos de las grandes ciudades de La Habana y Santiago, dicen que sigue siendo casi imposible operar con una apariencia de normalidad. No se pueden acercar al tipo de servicios eclesiásticos o de difusión evangélica que son comunes en el resto de Latinoamérica.
Hay una tensión sobre lo que en cualquier otra parte de las Américas no se cuestiona: si se ven obligados a celebrar la misa en la ruinosa casa de alguien, o si los agentes del gobierno se les sientan en los sermones para mantener bajo control lo que se dice desde el púlpito.

“Este lugar está en cero en lo que a mí respecta”, dijo el Rev. Alberto Reyes, un párroco de 44 años de edad en la ciudad central cubana de Guaimaro, a 400 kilómetros al este de La Habana.
Si bien la visita de tres días del Papa Benedicto XVI a Cuba la semana pasada puso de relieve lo que se considera una mejora de las relaciones entre la iglesia y el estado, en los años transcurridos desde que el Papa Juan Pablo II hizo su viaje a Cuba en 1998, una visita a las parroquias rurales de Cuba muestra los límites de ese acercamiento.

El gobierno aún no permite que los católicos construyan iglesias. Sólo se permite la restauración de las iglesias que son anteriores a la revolución de 1959. Hay nuevos hoteles, pero, en la mayoría de las ciudades de todo el país los edificios, en general, son anteriores a la revolución o se construyeron antes del colapso de la Unión Soviética, la benefactora económica de Cuba. Las iglesias en el interior del país están en gran parte en el mismo estado de deterioro que el resto de los edificios de Cuba.

En la iglesia de Reyes, el techo ha sido reparado, pero muchas de las ventanas en forma de cruz, cortadas delicadamente en el ladrillo para obtener ventilación, ya no tienen coberturas contra tormentas. Ahora son sólo espacios abiertos a través de los cuales fluye el agua cuando llueve. Las aves y los insectos entran libremente.

Reyes espera que el viaje de Benedicto XVI permita que se construyan nuevas iglesias en Cuba, y que él pueda difundir el mensaje de la iglesia en una escala más amplia. Pero no se hace grandes ilusiones. “La iglesia puede enseñar lo que quiera enseñar, pero dentro de la iglesia”, dijo, e indicó que sin nuevas iglesias, la tarea se hace mucho más difícil.
Con la escasez de sacerdotes en Cuba, Reyes, de 44 años, se ocupa de varias ciudades en un área con una población de alrededor de 47,000 personas. Hay una o dos iglesias viejas donde puede celebrar servicios, y donde los voluntarios pueden hacer obras de caridad, como suministrar desayunos a los ancianos. Pero en la mayoría de las ciudades Reyes celebra la misa en la casa de alguien.

A menudo, dice, es el único lugar que también tiene un televisor y un reproductor de DVD. Reyes llega a veces y se encuentra que hay un amplio gentío viendo una película.
“Si trato de dar la misa, eso significa que tendrán que detener la película., y odiarán al sacerdote”, dijo Reyes.
“Si yo tuviera una pequeña iglesia, se pondría fin a eso”.
El Rev. José Santana puede comprender eso. Es un colombiano de fuera de Bogotá que ha dirigido una pequeña iglesia católica durante los últimos dos años en las afueras de Pinar del Río, una ciudad de tamaño mediano a un par de horas al oeste de La Habana. Al llegar, se enteró de que tendría que ocuparse de comunidades en el campo, pero sin una iglesia donde los fieles puedan reunirse.
“Es distinto, porque no es un lugar neutral”, dijo de las casas en las que se ofrece la misa. “El lugar es pequeño, no hay silencio (para la reflexión). La gente se distrae. El vecino toca música, o están hablando”.
¿Cambiará esto después de la muerte de Fidel Castro, de 85 años, o de su hermano Raúl, que cumplirá 81 en junio?
“Esa es la pregunta del millón de dólares”, dijo Alfredo, de 47 años, un Testigo de Jehová de La Habana que practicó su fe clandestinamente durante la mayor parte de su vida, pero que ahora es más abierto al público acerca de sus creencias.

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