jueves, 5 de abril de 2012

El Papa y el sabelotodo


La ignorancia es audaz. Abundan en Miami fanáticos del béisbol que jamás jugaron, pero que se creen mejor preparados para pilotear a los Marlins que Fredy, Edwin, Ozzie o el manager que sea.


Hay munícipes miamenses que no han sido ni conserjes en una oficina pública, pero que sabrían gobernar el país mejor que Bush, Obama o el que venga detrás.


No faltan individuos que ni tienen presupuesto familiar ni logran balancear su cuenta bancaria, pero que manejarían la economía del país mejor que el Presidente del Banco Federal.


Pululan aquí sujetos sin idea de Teología, Derecho Canónico, Historia de la Iglesia, Sagrada Escritura, y Derecho Diplomático, pero que pastorearían la Iglesia mejor que Pío XII, Juan Pablo II, Benedicto XVI o el que sea. 


Últimamente proliferaron sumos pontífices por todo Miami, dictándole “infaliblemente” al Papa lo que debía hacer y decir en Cuba.


Ya pasó el viaje, y el Visitante no contentó a todos; tampoco Jesucristo. Quedaron contentos quienes captaron las implicaciones socio-político-económicas de su mensaje sobre “la verdad que hace libres”, la necesidad de cambios, así como sus oraciones por los presos y su mención al marxismo como inoperante. Descontentos quienes esperaban que los augustos labios del Pontífice profiriesen proclamas 
estridentes e incendiarias contra los gobernantes “de facto”.
Ahora que el viaje es historia, esperemos que los Papas del patio cuelguen el hábito por un tiempito.



Eduardo M. Barrios, S.J.













































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Eduardo M. Barrios, S.J.
Miami

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